GERENCIANDO MICRONEGOCIOS EMPRENDEDORES
3 de diciembre de 2024
Economista Asociado, encargado del clúster empresarial y del think tank.
Cuando se habla de micronegocios, se asocia en el imaginario con la informalidad, el rebusque, la chamba o “chanfa”, como se dice en otros territorios. Por esta apreciación, parece contradictorio asociarlos al emprendimiento. A nivel mundial, se cierran más micronegocios de los que se abren.
La apuesta es que los micronegocios, o empresas que nacieron en un garaje, lleguen a crecer tanto que, eventualmente, puedan necesitar regulaciones como las leyes antimonopolio para garantizar la competencia. Esto ocurrió en Estados Unidos con Microsoft. Aunque este tema es interesante, la intención aquí es cambiar el pensamiento de que “lo que hago en el garaje queda en el garaje”.
De estos escenarios —o incluso de una habitación— surgieron grandes empresas que comenzaron como pequeños negocios o micronegocios. La gran barrera ha sido que, si nací en un ambiente limitado, permanezco en un escenario limitado. Ese paradigma debe romperse.
Por eso, para gerenciar micronegocios es necesario aprender a emprender. Salvo que se desee adquirir una franquicia, se puede revertir la idea: en lugar de comprar una para montar un negocio, proyectarlo, certificarlo con todo lo necesario y, una vez posicionado, llevarlo a estándares de franquicia.
Volviendo al ejemplo de la habitación, si se limitan las paredes físicas, también se limitan las mentales. Cuando eso ocurre, la mentalidad queda reducida a la de un comerciante. Si se evidencia flujo de efectivo rápido, más de un emprendedor permanece en la informalidad.
La idea es derribar esas paredes mentales y proyectar el negocio para que crezca. Para lograrlo, se necesita tiempo: invertirlo, enfocarse en el tema, revisar buenas prácticas, desechar las malas, trasnochar, incomodarse, borrar diapositivas, crear nuevas, tomar apuntes, hablar con emprendedores y leer. Existe mucha literatura de emprendedores colombianos y universales. Es fundamental saber a quién consultar, creer en lo que se desea hacer, y seguir insistiendo.
La buena noticia es que la Inteligencia Artificial (IA) simula varios procesos y facilita la orientación. La noticia retadora es que no todo es tan sencillo como parecen las palabras que emanan de la IA. El Internet de las cosas también ayuda en gran medida, y la literatura, a veces considerada ficción, nos inspira. Fue precisamente la ficción la que permitió a Julio Verne “viajar en el tiempo”.
La misma creatividad necesaria para escribir un cuento es la que se requiere para que un micronegocio se convierta en una empresa. Todo esto se logra cuando se aprende a ser gerente. Para gerenciar no se necesitan excusas, se necesitan soluciones. Las cosas se hacen bien o no se hacen.
Hacerlas mal es derrochar tiempo y dinero, y eso un buen gerente no lo permite. Sabe que, si va a gastar tiempo, será para perfeccionar y solucionar inconvenientes. Antes de tener el negocio instalado, ya tiene una ruta metodológica (planeación) clara para avanzar, y sabrá cómo sortear los obstáculos.
No se le puede pedir peras al olmo. El buen gerente se rodea de personas positivas y creativas. Si se enfoca tiempo y esfuerzo en el micronegocio, este dará frutos y, con el tiempo, alcanzará tanto éxito que permitirá —ahora sí— derrochar tiempo, mientras la empresa sigue creciendo sosteniblemente y aportando bienestar y externalidades positivas a su entorno.
Si deseas saber cómo emprender y qué debes tener en cuenta, comunícate con cualquiera de nuestros asesores.
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