La logística comenzó a revisarse de manera estratégica cuando, en la guerra, un general vio la importancia que tenía el suministro de las tropas. Aunque Sun Tzu, en su libro El Arte de la Guerra, ya lo había señalado, la logística ha evolucionado y se ha ampliado a otras esferas. Por eso, Peter Drucker la describió como “la frontera de las empresas”. Su crecimiento ha dado paso al análisis interno, donde los empresarios saben que si no ajustan los costos por procesos ni mantienen la calidad en la elaboración del producto —junto con su certificación—, esto será tenido en cuenta por los clientes. Si no se realiza de manera adecuada, se dará paso a la logística inversa, ya que tendrán que asumir sobrecostos al gestionar devoluciones e incluso podrían enfrentarse a asesorías legales ante una no conformidad no atendida a tiempo.
Con los avances en las interconexiones y los tratados de libre comercio entre naciones, la logística externa ha enfrentado grandes retos. Los inversionistas ven en el transporte marítimo un escenario adecuado para invertir, ya que la logística se expande exponencialmente hacia los confines del mar, llevando mercancías a lugares nunca antes imaginados.
Por esta razón, las naciones luchan por contar con mejores infraestructuras que canalicen las mercancías. Sin embargo, enfrentan regulaciones y situaciones complejas debido a los límites de los tratados internacionales en materia comercial.
Para transportar bienes, además de las certificaciones empresariales, es fundamental valorar qué medio de transporte se utilizará. En muchos casos, es necesario recurrir al transporte multimodal, es decir, utilizar más de un medio para transportar mercancías hacia fronteras lejanas. Por ejemplo, en Colombia, muchas mercancías llegan por puertos, pero las grandes ciudades, que concentran la mayor parte de la población, no son necesariamente portuarias.
En esta dinámica del transporte, muchos empresarios optan por el transporte intermodal y recurren a consolidadores de carga o brokers, quienes facilitan y asesoran en la canalización de mercancías. A pesar de contar con modalidades de seguro para las cargas, es el medio de transporte el que finalmente garantiza la movilidad de los bienes. Es tarea de los grandes inversionistas definir hacia dónde dirigir sus bienes en función del número de consumidores, la capacidad de inversión y las posibilidades de realizar transacciones comerciales.
El transporte y la logística van de la mano, pero sólo representan un eslabón en la cadena logística. Por eso, la infraestructura no se limita a aeropuertos, puertos o estaciones ferroviarias, sino que se trata de lograr una interconexión integral que permita que las mercancías lleguen al cliente final, quien cada vez es más exigente con el tiempo de entrega y el servicio recibido.
Un claro ejemplo de la importancia de esta eficiencia se observa en las plataformas digitales de transporte de taxis. Aunque estos servicios han causado controversia y dificultades para algunos taxistas, los usuarios —que son los verdaderos demandantes— cancelan servicios tradicionales debido a que las plataformas ofrecen tiempos de respuesta más rápidos y precios más competitivos tanto en grandes como en pequeñas ciudades.
Mientras tanto, el transporte rural enfrenta desafíos derivados del mal estado de las vías. Por ello, se requieren políticas públicas que faciliten la conexión entre las mercancías y los centros de acopio, permitiendo que los productos lleguen más cerca de los clientes.
El transporte y la logística también desempeñan un papel relevante en el envío de paquetes pequeños, lo que se conoce como “paqueteo”. Mientras los grandes puertos resuelven sus problemas, los microempresarios y pequeños empresarios encuentran soluciones recurriendo a métodos de transporte más sencillos y rápidos para movilizar sus mercancías. La eficiencia en la prestación del servicio es clave, y con el avance de las redes, las quejas por errores logísticos —ya sea en el transporte o en la gestión interna de las empresas— se vuelven más visibles y desafiantes.